Izumi no sabía de qué le estaban hablando.
-¿Forma…espiritual?-
-Sí, la forma en la que tu cuerpo se degenera cuando usas un cañón de Ballistika, como ya te mencioné, mi forma es la de un lobo, y la tuya parece ser de un ángel, esto me extraña porque nunca antes había visto una forma divina.-
-¿Acaso no eres tú de los que alaban a la luna? Considerar que mi forma es divina, ¿es correcto decir eso?-
-Yo no soy de Mangetsu, vengo de las tierras heladas.-
-Ya veo, pero dime, ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Porqué tantos miramientos conmigo?-
-Pues… me gustas, quiero que te unas a la batalla, vi como, solo con un disparo destrozaste a un enemigo, ese poder no lo tiene cualquiera.-
-Yo, no lo sé, tengo que pensarlo, y hablarlo con mi señor.-
-¿Tú señor?-
-La verdad es que yo en realidad soy un ángel.-
-¿Un ángel? lo siento, pero no puedo creerte.-
-No miento, realmente soy un ángel.-
-Pues, ya que no existe evidencia en contra tendré que creerte, pero si me mientes, lo que te espera no será poco.-
-¡No miento!-
-Bueno, como sea, si hay algo que necesites, solo pídelo.-
-Pues, quisiera un lugar a solas, lejos de la gente.-
-Un lugar así, solo el bosque, pero deberías esperar a que tus heridas sanen.-
-Estoy bien, si Dios así o quiere, sanaré pronto.-
Yukihana llevó a Izumi a un claro en el bosque cerca de una cascada, ahí permanecieron las dos por varias noches, pero nunca imaginaron lo que les depararía el destino.
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